¿La artritis y la artrosis son la misma enfermedad?

La artritis es la inflamación de una articulación por una alteración de la membrana sinovial. La membrana sinovial es una capa que recubre toda la articulación y le proporciona el líquido sinovial, que es el lubricante que permite que los dos extremos cartilaginosos que conforman la articulación resbalen el uno sobre el otro y se produzca el movimiento. La hinchazón que caracteriza la artritis va acompañada de un dolor persistente, que no remite con el descanso.
La artrosis es una enfermedad del cartílago en que éste pierde su estructura y la función para la que ha sido diseñado. Básicamente, lo que ocurre es que el cartílago pierde parte de su contenido en agua y las fibras de colágeno que le dan forma se rompen. El resultado final es una disminución del grosor del cartílago y una deformidad del mismo que acaba dificultando el movimiento de la articulación afectada. Popularmente, es lo que se conoce como desgaste o envejecimiento de las articulaciones.
Diferencias entre artritis y artrosis
La artrosis es una enfermedad del cartílago que en ocasiones produce una irritación de la membrana sinovial y la aparición de signos inflamatorios. En la artritis, el daño inicial se establece en la membrana sinovial y los signos inflamatorios están siempre presentes. En fases muy avanzadas de la artritis se producirá también una lesión del cartílago similar a la de la artrosis y con las mismas consecuencias.
Artritis
¿Cuáles son las causas de la artritis?
Las causas de la artritis se pueden estructurar en:
- Postraumáticas: cualquier golpe sobre una articulación puede producir una irritación de la membrana sinovial, que ésta se inflame y aumente la producción de líquido sinovial en el interior de la articulación.
Tendón
Bolsa serosa
Cápsula
Sinovial
Menisco
Cartílago
Epífisis
- Por cristales: en la membrana sinovial pueden producirse depósitos de cristales que la inflamarán. El ejemplo clásico es la gota, que se produce por depósito de cristales de ácido úrico, normalmente porque hay un exceso del mismo en la sangre.
- Infecciosas: en ocasiones, los gérmenes (virus y bacterias) son capaces de llegar hasta la articulación, donde encuentran un medio adecuado para vivir y desarrollarse. Si nuestro mecanismo de defensa no es capaz de inutilizarlos, aparece la artritis.
- Inmunológicas: por un mecanismo complejo en el que intervienen múltiples factores, las células que se encargan de defendernos contra las agresiones externas (los leucocitos) actúan contra la membrana sinovial, desencadenando un proceso inflamatorio crónico. Es lo que popularmente se conoce como “reúma” y el paradigma de este grupo de enfermedades es la artritis reumatoide, aunque hay del orden de 30 enfermedades reumáticas distintas que tienen un mecanismo de producción similar.
¿A quién afecta la artritis?
A diferencia de la artrosis, que la podemos asociar con el envejecimiento, la artritis de tipo reumático puede afectar a personas de cualquier edad, desde niños hasta ancianos. Suele ser más frecuente en mujeres jóvenes de 20 a 40 años.
¿Qué síntomas produce la artritis?
Todas las artritis, independientemente de la causa que las provoque, se manifiestan con los mismos síntomas, que son:
- Calor: articulación caliente.
- Rubor: enrojecimiento de la piel de la articulación.
- Tumefacción: es el engrosamiento de toda la articulación por la presencia de líquido en su interior.
- Dolor: tiene unas características diferentes al de la artrosis, ya que no cede con el reposo.
- Impotencia funcional: dificultad o imposibilidad de efectuar el movimiento que le corresponde a la articulación afectada.
La duración de los síntomas dependerá de la causa de la artritis y del tratamiento aplicado.
Una artritis persistente en una misma articulación puede acabar destruyéndola e inhabilitándola completamente.
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